Segregación y aprendizaje en la educación peruana
Dos amaneceres que no se cruzan
En el Perú, la distancia entre estudiantes no solo se mide en kilómetros. A las 4:45 a. m., en Condorcanqui, Amazonas, provincia con dos de los tres distritos con menor índice socioeconómico de los estudiantes, Ana inicia su jornada con una caminata por la ribera, seguida de un viaje en bote de casi una hora para llegar a su escuela multigrado. Tres horas después, Luis cruza con tranquilidad los 8 carriles de la avenida Javier Prado en su movilidad privada desde su casa en San Isidro para llegar a un colegio privado con biblioteca climatizada, laboratorios y aulas de robótica. La distancia que los separa no es solo geográfica: es la consecuencia de una estructura educativa segregada, donde las condiciones de aprendizaje, la infraestructura, las expectativas de futuro y los recursos educativos, disponibles están distribuidos de manera desigual.
La segregación como arquitectura silenciosa del sistema educativo
Esta distancia no es una mera anécdota: es un problema estructural, arraigado y persistente, pese a todas las mejorías que ha experimentado el sistema educativo peruano en los últimos años. En respuesta a ello, hemos desarrollado una investigación que fue publicada recientemente en la prestigiosa revista REICE. Nuestro artículo demuestra que la segregación educativa no es un accidente, sino que se construye desde la forma en que se organiza el territorio, se reproduce en las dinámicas del mercado escolar y se cristaliza en las aulas.
El barrio como punto de partida
La ciudad se dibuja como un tablero de colores, donde cada manzana refleja una dosis distinta de poder y bienestar. En un extremo, los barrios cerrados con jardines impecables y calles silenciosas; en el otro, los asentamientos informales que todavía esperan agua potable. No se trata solo de diferencias materiales, sino de una organización espacial de la desigualdad. La segregación social se hace visible en la geografía: quién vive cerca de quién, quién accede a qué servicios, qué futuro es posible desde qué esquina.
En el Perú, esta cartografía desigual tiene un correlato estructural: el índice de Gini de 43,8 confirma que estamos lejos de una distribución equitativa de recursos, como bien advierten diversos análisis sobre la urbanización en el país (Carrillo y Murillo, 2023). Y esa distancia se encarna en los lugares que habitamos. La segregación residencial —la forma espacial de la desigualdad— hace que familias con ingresos similares se agrupen, acumulando entre sí las ventajas o carencias que les tocan. Desde las torres cerradas de Surco o La Molina se observa, a lo lejos, el crecimiento autoconstruido de San Juan de Lurigancho. Las ciudades peruanas, lejos de mezclar, separan.
Cuando el aula repite la lógica del territorio

Cuando el barrio define la escuela, y la escuela refleja las características del barrio, el sistema educativo reproduce y amplifica las desigualdades que encuentra preexistentes. En ese sentido, en nuestro país la escuela no suele estar muy lejos de casa. Entonces, si la esquina donde se encuentra es próspera, es probable que sus estudiantes también lo sean. Si, por el contrario, el barrio carga con precariedades, lo que ocurra dentro del aula tenderá a reflejar esa misma realidad. La educación, entonces, no funciona como una promesa de compensación, sino como un eco del entorno: a esto se le conoce como segregación escolar.
La investigación ha abordado la segregación, esta forma de separación, a través de cinco dimensiones propuestas por Massey y Denton en 1988 para analizar la segregación residencial. Estas son las siguientes:
- Uniformidad (Evenness): ¿Hasta qué punto las escuelas tienen proporciones similares de los distintos tipos de estudiantes?
- Exposición y aislamiento (Isolation y Exposure): ¿Con qué probabilidad un estudiante de un grupo se puede encontrar con estudiantes de otro tipo en su escuela?
- Concentración (concentration): ¿Qué parte de la escuela ocupa un grupo y que tanto se comprime en ese espacio?
- Centralización (centralization): ¿Qué tan cerca del centro de la ciudad se localizan las escuelas de un grupo en comparación con otros? Si bien esta dimensión está más enfocada al concepto urbano, debemos entender que, en muchos países, los centros de las ciudades son los espacios donde se concentra la mayor parte de la riqueza.
- Agrupamiento (Clustering): ¿Se sitúan los territorios habitados por un mismo grupo de estudiantes los unos junto a los otros, formando “bolsas” homogéneas, o están dispersos?
Años después, Reardon y O’Sullivan propusieron convertir las dimensiones en dos ejes para poder entender la dimensión espacial de mejor manera. A estos ejes, le añadieron la escala geográfica, clave para entender la segregación escolar desde una mirada espacial:
- Exposición ↔ Aislamiento: ¿Con qué probabilidad los estudiantes de un grupo pueden encontrar a miembros de otros grupos, o del suyo, en su escuela?
- Uniformidad ↔ Agrupamiento: ¿Cuánto varían (de un espacio a otro) las composiciones de estas escuelas según sus estudiantes? Es decir, ¿se distribuyen las escuelas según sus estudiantes de forma igual, o se agrupan por “bolsas” con estudiantes de un tipo en el espacio?
- Escala geográfica: ¿A qué distancia o en qué espacios (distritos, provincias, por ejemplo) aparecen estos patrones? Aquí se distingue la segregación micro (pocos distritos en una provincia, por ejemplo) de la macro (provincias o departamentos enteros).

Para analizar la segregación espacial, en este artículo se ha analizado la segregación según la escala geográfica y el eje de equidad y agrupamiento. Con ese fin, el Índice I de Moran ofrece una herramienta poderosa que permite observar cómo las características sociales y educativas se agrupan en el mapa, revelando patrones espaciales que no son aleatorios.
Los estudios disponibles confirman la gravedad del fenómeno en el Perú. Murillo y Carrillo (2020), con base en los resultados de la ECE-2016, estimaron que el Perú presenta los niveles más altos de segregación escolar en América Latina. Esta evidencia se inserta en un contexto marcado por la lógica de un mercado educativo desregulado, donde la proliferación de escuelas privadas de bajo costo y los mecanismos de selección —como exámenes de ingreso, entrevistas o cuotas— han permitido que muchas instituciones elijan a sus familias antes que las familias a ellas, profundizando así las dinámicas de exclusión (Murillo y Carrillo, 2020).
Cuando la segregación deja huella en el aprendizaje

La segregación escolar no solo ordena a los estudiantes en espacios distintos: afecta directamente lo que aprenden, cómo lo aprenden y con quién lo aprenden. En aulas homogéneas de alto nivel socioeconómico circulan altas expectativas, hábitos de estudio consolidados y capital cultural compartido. El ambiente escolar refuerza la disciplina académica y promueve logros sostenidos. En cambio, en entornos igualmente homogéneos pero marcados por la pobreza, las bajas metas, la falta de redes de apoyo y las escasas oportunidades para ampliar horizontes tienden a consolidar el rezago en lugar de revertirlo (Cueto et al., 2016).
La asignación de docentes también contribuye a esta dinámica desigual. Los profesores con más experiencia, o mayores credenciales, suelen preferir —o ser destinados a— colegios con mejores condiciones laborales, infraestructura y posibilidades de desarrollo profesional. Como consecuencia, los estudiantes más vulnerables quedan frecuentemente al cuidado de docentes con menor formación o alta rotación, debilitando el capital pedagógico de las escuelas que más lo necesitan.
A esto se suma la distribución desigual de recursos, tanto tangibles como intangibles. La disponibilidad de laboratorios, bibliotecas, talleres, actividades extracurriculares e incluso acompañamiento emocional depende, en muchos casos, de la capacidad económica de las familias y del poder de gestión de cada comunidad educativa. Allí donde hay margen para el pago, la oferta se diversifica; donde no lo hay, la escuela opera con lo mínimo.

Y el efecto se multiplica. Lo que ocurre en el aula no termina en el aula: se proyecta hacia la universidad y el mundo del trabajo. Las escuelas segregadas tienden a producir trayectorias también segregadas, reforzando el círculo vicioso entre barrio, escuela y destino laboral. La reproducción de la desigualdad se vuelve intergeneracional: la segregación educativa de hoy alimenta la segregación residencial del mañana.
La evidencia internacional es clara. Los sistemas que logran reducir la segregación escolar no solo muestran menores brechas entre estudiantes privilegiados y desfavorecidos, sino también un mejor desempeño promedio. En el Perú, los resultados de la prueba PISA 2022 confirman la magnitud de esta fractura: los estudiantes con mayores ventajas socioeconómicas superan a sus pares más vulnerables en 86 puntos en matemática, una diferencia que equivale a más de dos años de escolaridad (OECD, 2023). Aprender, en muchos casos, sigue siendo un privilegio territorial.
Lo que muestran los datos: concentración de ventajas y desventajas
Los indicadores distritales revelan una fuerte correlación entre nivel socioeconómico y rendimiento escolar. Por ejemplo, el I de Moran alcanza valores elevados tanto en el Índice Socioeconómico (ISE) como en las pruebas de Lengua, Matemáticas y Ciencia. Esto significa que los buenos resultados académicos y los altos ingresos se concentran espacialmente, del mismo modo que la pobreza y el bajo desempeño también lo hacen.
Por otra parte, al observar los clústeres territoriales, se identifican zonas “Alto-Alto” (distritos con buen nivel socioeconómico o altos resultados, rodeados de vecinos similares), ubicadas principalmente en la franja costera con alta concentración urbana, Lima, Arequipa, Ica, Tacna, Lambayeque, mientras que los clústeres “Bajo-Bajo”, concentraciones de pobreza y bajos aprendizajes rodeados de vecinos similares, predominan en regiones de la Amazonía y la sierra central y en espacios rurales.
Hay un pequeño conjunto de casos “isla”, pero que refuerzan la importancia de entender las dimensiones de la segregación:
- Distritos con un nivel socioeconómico bajo, rodeados de vecinos con resultados altos: Los estudiantes estos distritos obtienen mejores resultados que los distritos con bajo nivel socioeconómico que están rodeados de distritos similares. Esto demuestra la importancia de la exposición, ya que, si nos encontramos con pares más privilegiados, el efecto en los aprendizajes es positivo.
- Distritos con un nivel socioeconómico alto, rodeado de vecinos con resultados bajos: En este caso, obtienen peores resultados que los estudiantes en distritos que se encuentran rodeados de distritos de mayor nivel socioeconómico. Esto demuestra que las ventajas habituales del capital familiar de los grupos privilegiados, se atenúa, al encontrarse aislados.
Un hallazgo importante es que solo una pequeña proporción de distritos rompe esta lógica. Aquellos con buenos resultados pese a contar con bajos ingresos, o viceversa, son excepcionales y constituyen oportunidades para investigar buenas prácticas, pero no representan la tendencia dominante. Sin embargo, esto también demuestra la importancia de la dimensión de la exposición.
Trayectorias divergentes: el impacto cotidiano de la segregación

Para Luis, crecer en un distrito con alta inversión educativa significa contar con un entorno que compensa los tropiezos. Si una materia representa un desafío, hay redes, materiales y profesores estables con amplia disposición de recursos pedagógicos que lo apoyan. Sin embargo, el escenario es al revés para Ana, pues cada obstáculo en su trayectoria se multiplica por la ausencia de referentes académicos, la alta rotación docente y la precariedad de su escuela en términos de infraestructura y recursos. Ambos son muestra de que la segregación no solo impacta el presente educativo en las escuelas, sino que traza líneas invisibles hacia el futuro que limitan los proyectos de vida, desarrollo personal y profesional de las y los estudiantes. Los efectos se observan en el acceso diferenciado a la educación superior, en las trayectorias laborales y en la perpetuación de círculos de pobreza o privilegio.
El territorio como condición estructural del aprendizaje
El análisis espacial nos permite ver con claridad que la ubicación importa. Por un lado, la costa en sus grandes conglomeraciones urbanas concentra los distritos de mayor desempeño, resultado de décadas de inversión, concentración poblacional, densidad estatal, disponibilidad de servicios y amplia presencia de oferta privada. En contraste, la selva y ciertas zonas de los Andes, marcadas por sus dinámicas territoriales rurales, muestran una persistente desventaja asociada a la dispersión geográfica, la débil infraestructura y la menor cobertura estatal en cuanto a servicios públicos.
En ese marco, un dato que no debe pasar desapercibido es que más de la mitad de los distritos no presenta un agrupamiento estadísticamente significativo. Este “desierto” intermedio puede interpretarse como una oportunidad de incidencia: territorios aún maleables donde se puede intervenir antes de que la lógica de la segregación se consolide.
La importancia de actuar antes de que se cierre la brecha

El sistema educativo peruano no solo enfrenta brechas de aprendizaje. Existen brechas propias de cada contexto que se traducen en desventajas acumuladas. Si no se reconoce la dimensión territorial del problema, las soluciones seguirán siendo parciales. En ese sentido, los clústeres identificados pueden orientar políticas con enfoque territorial, destinando mayores recursos a los distritos “Bajo-Bajo”, así como generando incentivos para la permanencia docente en zonas vulnerables, y crear redes entre escuelas de diferentes regiones para compartir estrategias pedagógicas transversales a partir del reconocimiento de condiciones y realidades territoriales similares. De la misma forma, publicar información accesible y actualizada sobre logros e indicadores socioeconómicos también es crucial. Para ello, el primer paso es hacer visible el mapa de la segregación y así fomentar su desaparición con los distintos actores del sistema educativo y la sociedad civil. Especialmente en tanto el distrito, unidad territorial privilegiada en el estudio, no es solo una división administrativa, es sino el lugar concreto donde las políticas educativas son tangibles para miles de estudiantes y sus familias, una primera línea de contacto palpable con la currícula. Reconocer esta escala, y estos puntos de contacto a nivel local entre el Estado y las condiciones reales de aprendizaje que enfrentan las y los estudiantes permitirá diseñar intervenciones más precisas, sensibles en clave territorial, pertinente y con un impacto directo.
La educación no se juega solo en el aula
A partir de nuestra revisión podemos llegar a la conclusión de que, en el Perú, el acceso al aprendizaje de calidad sigue dependiendo del lugar donde se nace en gran medida. En ese sentido, una línea pendiente de análisis que se abre a partir del estudio es cómo las características de un distrito podrían afectar a aquellos de su entorno, esto es, ¿pueden los logros o rezagos de una comunidad irradiar sobre las otras? Explorar esta dimensión bivariada, es decir, la relación cruzada entre contextos socioeconómicos y resultados educativos de distritos vecinos permitiría afinar aún más el mapa de la desigualdad y avanzar en una comprensión más profunda y orgánica del sistema educativo como red interconectada y no como una suma de islas desconectadas. Especialmente para el análisis de espacios de amplia movilización estudiantil hacia centros educativos, posiblemente transitando espacios con distintas estratificaciones socioeconómicas, como es común en entornos urbanos debido a la disponibilidad de servicios educativos, el trazado urbano, entre otros.
En conclusión, el aula repite, y a veces hasta amplifica, las lógicas del territorio, por lo que pensar la equidad educativa exige mirar el mapa. Mientras no se reconozca que la desigualdad se distribuye también en coordenadas, cualquier intento de nivelar las oportunidades educativas corre el riesgo de quedarse en el pupitre equivocado.
Referencias
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Balarin, M. (2016). El contexto importa: Reflexiones acerca de cómo el contexto y la organización escolar afectan los procesos pedagógicos y los desempeños de los estudiantes. En GRADE (Ed.), Informe de política: La educación rural en el Perú: entre los avances y los retos (pp. 57–81). GRADE.
Carrillo, S. (2020). La segregación escolar en América Latina. ¿Qué se estudia y cómo se investiga? REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 18(4), 345–362. https://doi.org/10.15366/reice2020.18.4.014
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Murillo, F. J., & Carrillo, S. (2021a). Segregación escolar por nivel socioeconómico en educación secundaria y su relación con el rendimiento académico. Revista Peruana de Investigación Educativa, 12, 7–32. https://doi.org/10.34236/repiie.12.1212130
Murillo, F. J., & Carrillo, S. (2021b). Una panorámica de la segregación escolar por nivel socioeconómico en educación primaria en Perú y sus regiones. Argumentos, 1(7), 7–31. https://doi.org/10.46467/ravi.n.9
Murillo, F. J., & Carrillo, S. (2021c). Desigualdad socioespacial y segregación escolar en la ciudad de Lima. Revista Peruana de Investigación Educativa, 13(15), art. 2. https://doi.org/10.34236/repiie.13.151342
Murillo, F. J., & Carrillo, S. (2021d). Incidencia de la segregación escolar por nivel socioeconómico en el logro académico. Un estudio desde Perú. Archivos Analíticos de Políticas Educativas, 29(49), 3–11. https://doi.org/10.14507/epaa.29.5129
Oficina de Medición de la Calidad de los Aprendizajes. (2020). Evaluación censal de estudiantes 2019. Oficina de Medición de la Calidad de los Aprendizajes.
OCDE. (2022). PISA 2022 results: Volume I and II country notes – Peru. https://www.oecd.org/en/publications/pisa-2022-results-volume-i-and-ii-country-notes_ed6fbc5c-en/peru_3e71791c-en.html
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