El evento organizado por el Consorcio Ignaciano de Educación del Perú (CONSIGNA), conformado por instituciones jesuitas dedicadas a la educación como la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, Universidad del Pacífico, la Red de Colegios Fe y Alegría y la Asociación de Colegios Jesuitas del Perú (Colegio San José de Arequipa, Colegio San Ignacio de Loyola de Piura, Colegio de la Inmaculada de Lima, Colegio Cristo Rey de Tacna), se llevó a cabo en la Universidad del Pacífico el 22 de mayo bajo el título «Cultura del Encuentro y la Esperanza». El seminario destacó por dos mesas de diálogo enfocadas en temas de sinodalidad, pedagogía, y cuidado de la casa común.

“Sinodalidad, Conversación Espiritual y Esperanza para una cultura del Encuentro”

Cardenal Pedro Barreto SJ y Marcelo Figueroa.

En la primera mesa del Diálogo, titulada “Sinodalidad, Conversación Espiritual y Esperanza para una cultura del Encuentro” participaron el Cardenal Pedro Barreto SJ, Presidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, junto con Marcelo Figueroa, Director del Programa Internacional de la Esperanza del Instituto para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro

El Cardenal Pedro Barreto SJ inició la sesión destacando la sinodalidad como un camino fundamentado en Dios y la relación trinitaria, haciendo hincapié en la necesidad de una Iglesia visible en los rostros de los más pobres y marginados, incluyendo a los migrantes y pueblos originarios de la Amazonía. Barreto subrayó que ser instrumentos de una cultura del encuentro es posible a través de relaciones auténticas con los demás, promoviendo el bien común y actuando con esperanza y sinodalidad. Resaltó la importancia de una educación que forme ciudadanos críticos y comprometidos, capaces de empujar desde las periferias hacia el centro y desde lo familiar hacia lo universal. La esperanza, enfatizó, es una fuerza que no defrauda y debe ser el motor de nuestras acciones.

El Cardenal Barreto también profundizó en cómo la sinodalidad tiene un fundamento en Dios y la relación trinitaria. Mencionó que la Iglesia debe actuar desde los más pobres, reflejando a Dios y venciendo el mal a fuerza de hacer el bien, a través de la sinodalidad y la esperanza.

Habló sobre la importancia de una conversación en el espíritu que permita discernir y encontrar una cultura del encuentro, siguiendo cuatro pasos:

  1. Conversación personal sobre lo que el espíritu santo me ha dado (YO).
  2. Me pongo a la escucha a los demás del Espíritu Santo (TU).
  3. A que nos llama el Señor caminar juntos (NOSOTROS), para compartir con sencillez y con el corazón, ponerse a la escucha, y hacer oración para plantear positivamente los cambios necesarios;
  4. Todo ello enmarcado desde la espiritualidad ignaciana o sinodal.

Marcelo Figueroa, por su parte, señaló la crisis de la incultura del encuentro en el contexto actual, marcado por la alta conflictividad y falta de diálogo. Destacó el papel del encuentro ecuménico para superar conflictos y el encuentro ecológico para abordar la crisis medioambiental. Figueroa enfatizó la esperanza como un pilar esencial, incluso en tiempos de temor y adversidad, y la necesidad de una nueva era de esperanza y reconciliación.

Hizo un llamado a pensar como el migrante, recordando que el encuentro ecuménico es esencial para evitar conflictos que pueden trasladarse al terreno político y familiar, donde Dios está ausente cuando hay enfrentamientos.

«Pedagogía de la Cultura del Encuentro para el Cuidado de la Casa Común»

La segunda mesa de diálogo, llamada “Pedagogía de la Cultura del Encuentro para el Cuidado de la Casa Común”, tuvo como participantes a Luis Liberman, Rector del Instituto Universitario del Agua y del Saneamiento de Argentina, al Monseñor Miguel Ángel Cadenas, O.S.A., Obispo del Vicariato Apostólico de Iquitos y Presidente de la Red Eclesial Panamazónica-REPAM y Milagros Lucero, Directora General de Identidad y Misión de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

En esta mesa, Luis Liberman habló sobre la necesidad de una pedagogía que promueva la cultura del encuentro y el cuidado de la casa común, criticando el aceleracionismo y la acumulación de datos que impiden la formación del pensamiento crítico.

Resaltó la figura poliédrica propuesta por el Papa Francisco en «Laudato Si» y «Fratelli Tutti», argumentando que la educación debe centrarse en descentrar la autoridad y difundir esperanza. Una pedagogía para la cultura del encuentro es aquella que mira al futuro y la esperanza, en contraste con una educación que convierte a las personas en algoritmos, vaciándolas de memoria y esperanza. Señaló que, en un contexto de democracias debilitadas, es esencial que la cultura del encuentro reconstituya o restituya el sentido de la política como espacio de actuación, promoviendo la participación y el bien común.

Monseñor Cadenas presentó la situación crítica en las periferias de Iquitos, donde la falta de tratamiento de aguas residuales refleja la desatención de la democracia hacia los más humildes. Cadenas insistió en que la verdadera democracia debe resolver los problemas de la gente humilde para evitar que políticos engañosos ganen terreno. Destacó la necesidad de persistencia y sensibilización para enfrentar estas injusticias. Describió cómo la democracia puede percibirse como ineficaz cuando no resuelve problemas básicos como el tratamiento de desechos médicos en hospitales públicos, lo cual genera desesperanza en las comunidades afectadas. Presentó la experiencia de denuncia sobre el agua, donde a pesar de una sentencia favorable del Tribunal Constitucional, los poderes locales no ejecutan los cambios necesarios, lo que hace que la democracia parezca inoperante.

Milagros Lucero cerró la sesión reflexionando sobre cómo la cultura del encuentro ilumina diversos ámbitos, desde lo familiar hasta lo intergeneracional y la relación con la cosmovisión de los pueblos originarios. Señaló la importancia de reconocer y valorar los saberes y conocimientos diversos, y la responsabilidad de las instituciones en velar por las personas, superando intereses particulares y comprensiones distorsionadas. Resaltó que muchas veces el encuentro se da en las periferias, donde hay esperanza a pesar de las adversidades. En este contexto, mencionó la importancia de prácticas educativas que integren los valores del Laudato Si y Fratelli Tutti, promoviendo una pedagogía de la esperanza y la reconciliación. Lucero enfatizó que las instituciones deben velar por las personas y que la pedagogía del encuentro debe mirar hacia el futuro y la esperanza, rescatando la memoria y evitando que la educación se convierta en un mero algoritmo.

Reflexiones Finales del Seminario

El evento «Cultura del Encuentro y la Esperanza» destacó la importancia de promover una pedagogía que mire al futuro con esperanza, rescatando la figura poliédrica de la cultura del encuentro propuesta por el Papa Francisco. Los participantes coincidieron en que la formación crítica y la sinodalidad son fundamentales para construir una sociedad más justa y equitativa.

Las intervenciones del Cardenal Barreto y Marcelo Figueroa resaltaron la sinodalidad como un camino compartido que permite superar conflictos y promover el bien común. La segunda mesa de diálogo subrayó la urgencia de enfrentar las desigualdades y la crisis medioambiental mediante una educación que valore el pensamiento crítico y la esperanza.

En conclusión, este seminario no solo brindó una plataforma para reflexionar sobre la cultura del encuentro, sino que también inspiró a los participantes a ser agentes de cambio en sus comunidades, promoviendo una pedagogía que fomente la esperanza, la justicia y el cuidado de la casa común. Las ideas presentadas resaltaron la necesidad de una educación que nos convierta en ciudadanos comprometidos con la transformación social, capaces de enfrentar los desafíos contemporáneos con una perspectiva de esperanza y solidaridad.

Categorías: General

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