Introducción

La labor docente es muy compleja. Compleja porque implica que los docentes tengan dominio de habilidades que, sea cual sea su especialidad, requieren un trabajo directo con las personas y este puede influir, ya sea de manera positiva o negativa, en la vida de sus estudiantes. Dos habilidades imprescindibles son proporcionarles un acompañamiento adecuado y ser buenos comunicadores, ya que representan el complemento de manejar habilidades blandas y sentar las bases para que se genere un lazo de confianza y apoyo con los estudiantes.

El acompañamiento a los estudiantes por parte del docente tutor requiere de las siguientes características: consistencia ética, equilibrio y madurez personal, autenticidad, liderazgo, competencia profesional, empatía, escucha, no directividad y la aceptación incondicional del estudiante (Ministerio de Educación, 2005). Por otra parte, no es tan sencillo referirse al nexo entre la educación y la comunicación. Se puede recaer, además, en una generalización. Como menciona Kaplún, afirmar que “todo educador es un comunicador” (2001, p. 18) podría ser un error. ¿Qué garantía hay de que una comunicación pertinente y fructífera sea inherente a un docente? Por ello es tan importante que el docente, desde que se encuentra en etapa de formación, reflexione acerca de su rol como  comunicador y facilite un espacio armonioso, donde haya respeto, confianza y colaboración (Sardiñas, Domínguez y Reinoso, 2020)

Es necesario que el maestro se forme continuamente, que no deje de aprender (Sardiñas, Domínguez y Reinoso, 2020). Por ello, propongo a continuación una compilación de habilidades de acompañamiento y habilidades comunicativas que ayudarán al docente a marcar una diferencia para bien en la formación integral de sus estudiantes.

Desarrollo

Existen diferentes niveles de compromiso de los docentes hacia sus estudiantes. Hay aquellos que ponen énfasis en la planificación de sus clases relacionada a  los aspectos curriculares y contenidos, y otros, que, sin dejar de lado esta planificación, se comprometen con la formación de sus estudiantes como personas y se proponen conocerlos desde sus características personales, sus fortalezas y potencialidades, lo que posibilita poder aportar a su formación integral y a su desarrollo interpersonal. Álvarez Loriga et al., 2008, como se cita en Cortés (2020) se refiere a la capacidad de los maestros de tomar el rol de un tutor como un “guía y amigo de los estudiantes” (p. 602). Además, otros autores se refieren al docente que se apropia de la comunicación educativa como alguien que goza de relaciones empáticas, saludables y una conducta asertiva. (Sardiñas, Domínguez y Reinoso, 2020)

Por otra parte, la habilidad comunicativa del docente implica la observación, escucha e interacción con sus estudiantes. Preguntarles cómo se encuentran, observar su conducta en clase, sus gestos y forma de socializar con otros compañeros. Todo ello da claves acerca de cómo se van desenvolviendo en el día a día y si este desenvolvimiento va para bien y, en caso ser lo contrario, le permite al docente intervenir y ayudar a su estudiante para hallar soluciones: “[…] significa dar apoyo en los momentos de crisis […] Significa actuar en consecuencia con las necesidades educativas y emocionales que el estudiante expresa en momentos difíciles” (Cortés, 2020, p. 602)

Pero el docente no realiza esta tarea solo, sino en conjunto. Es por ello que la comunicación que se establezca entre docente y padres de familia es fundamental. Se trata de un trabajo en equipo, un binomio, a favor del desarrollo del estudiante. Porque, en cuanto se percibe un compromiso frente a un proceso formativo, este posibilita que se dé con mayor facilidad.  Permite generar aprendizajes personales y emocionales a los que los estudiantes les encuentren significado, comprendan su importancia y, por ende, quieran seguir potenciándolos. En suma, hacerles saber que cultivarse a sí mismos es iniciativa de ellos para poder ser mejores personas a nivel individual y grupal.

Otro factor relevante es la motivación, ya que si el docente llega motivado a la institución educativa, va a transmitir ese goce a los estudiantes. Se trata de disfrutar en conjunto del espacio de aprendizaje. Pero, ¿quién es el que enseña y aprende desde una mirada comunicativa?; Pues ambas partes, ya que el profesor, luego de realizar sus sesiones de clase debe reflexionar si la secuencia didáctica, dinámica e interacción en el salón de clase se dio de la mejor forma o si es necesario realizarle cambios a su planificación. Se trata de la capacidad de autoevaluarse y realizar una retroaliementación crítica. Y el estudiante lleva a su maestro como modelo de referencia, ejemplo a seguir, como una autoridad que inspira respeto y no que lo exige (Sardiñas, Gutiérrez & Reinoso, 2020). Por ello se puede afirmar que el docente es fuente de motivación externa, de interés genuino por los aprendizajes correspondientes, pero la idea es que luego esta se torne en motivación intrínseca para el estudiante (Sousa, 2019). Finalmente, es preciso mencionar que como parte de esta transmisión de motivación el rol de la comunicación es clave. La empatía, comprensión, escucha y la capacidad del docente para aconsejar funge de antesala para vincular emociones positivas a su proceso de enseñanza-aprendizaje, ya que los aprendizajes que se consolidan en la memoria a largo plazo están siempre asociados a una emoción y es responsabilidad del docente propiciar un espacio adecuado en el aula para que dichas emociones sean positivas y aporten al desarrollo de sus estudiantes (Sousa, 2019).

Conclusiones

En síntesis, podemos mencionar que:

  • La habilidad del docente por acompañar y comunicarse de manera adecuada con sus estudiantes debe ser desarrollada independientemente de su especialidad.
  • Parte de la labor del docente es reflexionar sobre su rol como comunicador y reconocerse como tal.
  • Los docentes que siguen las características de docente tutor tienen la oportunidad de formar a sus estudiantes no solo en el aspecto académico, sino también personal y emocional; en suma, en su desarrollo integral.
  • La observación de los estudiantes en el salón de clase como seguimiento contribuye a brindarles un apoyo en conjunto con sus padres.
  • El docente es una fuente de motivación crucial. Y ello también contribuye a que en el aula se genere un espacio de apoyo para propiciar un espacio agradable que permita la generación de los aprendizajes.

Referencias

Cortés, M. (2020). La comunicación como herramienta clave en la docencia de posgrado durante los momentos de crisis. Desde el Sur, 12 (2), pp. 601-602.  

Kaplún, M. (2001). A la Educación por la Comunicación. La práctica de la comunicación educativa. Ediciones CIESPAL.

Ministerio de Educación. (2005). Tutoría y orientación educativa en la educación secundaria. Lima.

Sardiñas, Y.; Domínguez, L. y Reinoso CB. (2020). La comunicación educativa: su desarrollo en el profesor de educación básica. VERONA, Revista Científico-Metodológica, (71), pp. 18-24.

Sousa, D. (2019). Cómo aprende el cerebro. Ediciones Obelisco.

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Estudiante de quinto año de la carrera de Educación Secundaria con mención en Lengua y Literatura en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, Lima. En 2022 realizó el programa de Movilidad Académica en la Universidad Pontificia Comillas, Madrid. Tiene estudios sobre Tutoría y Acompañamiento, enseñanza del curso de Comunicación, y Neuroeducación.

Categorías: Cursos UARM

Aída Giles Ruiz

Estudiante de quinto año de la carrera de Educación Secundaria con mención en Lengua y Literatura en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, Lima. En 2022 realizó el programa de Movilidad Académica en la Universidad Pontificia Comillas, Madrid. Tiene estudios sobre Tutoría y Acompañamiento, enseñanza del curso de Comunicación, y Neuroeducación.

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