Si bien la pandemia por COVID19 suscitó el cierre de escuelas en nuestro país, es importante no perder de vista los retos que encontramos en los entornos educativos. Más aún, cuando algunas escuelas rurales empezaron a recibir nuevamente, a fines de 2020, a sus estudiantes.

Estos retos son diversos y, por eso,  deben analizarse desde una perspectiva multisectorial. El Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo – Inclusión y educación: Todos y todas sin excepción , en su capítulo 17 “Instalaciones educativas y entornos de aprendizaje”, justamente analiza el acceso a servicios básicos, accesibilidad universal hacia y desde las instituciones educativas, violencia y acoso contra estudiantes, implicancias de las temperaturas extremas en entornos no adecuados, entre otros.

Por ejemplo, el informe de UNESCO es claro en las implicancias de la temperatura y calidad del aire en el aprendizaje. Por ende, es necesario considerar que se enfrenta a un escenario de pocas lluvias en algunas regiones del país. Además, se ha pronosticado un evento de La Niña, para el verano 20-21. Esto nos recuerda la importancia de considerar la crisis climática causada por el calentamiento global. Asimismo, es claro que este tipo de retos deben ser enfrentados multi sectorialmente.

Entornos inclusivos: ¿cómo vamos en Perú?

Los contextos varían mucho según cada país, por lo que es necesario conocer la situación en el país. En primer término,  el aspecto físico de los entornos educativos. En cuanto a esto,  el Ministerio de Educación, a través del Programa Nacional de Infraestructura Educativa (Pronied), ha promulgado normativa que apunta a asegurar la accesibilidad universal en las escuelas (referencia).En esta, se incorporan   elementos de la norma técnica peruana de construcción (referencia).

Como parte de sus criterios de priorización, se menciona el de equidad: “Prioridad a los locales educativos que contribuyan a la inclusión de la población en abandono y riesgo en zonas de pobreza y extrema pobreza, poniendo énfasis en las zonas urbano – marginal, rurales y de frontera con el propósito de compensar las desigualdades socioeconómicas”. Es más, existe normativa a nivel más alto, como la Ley General de Educación (tal como fue presentada en otro artículo del Observatorio) que provee de un marco de mayor alcance que ha resultado en programas como el mencionado respecto a edificaciones.

Asimismo, durante la pandemia fue aprobado el Proyecto Especial de Inversión Pública (PEIP) “Escuelas Bicentenario” , aún con las escuelas cerradas a causa de ella. Uno de sus objetivos es, entre los años 2021 y 2028, invertir S/8,000 millones en ámbitos rurales, atendiendo 2,800 escuelas y beneficiando a 195,000 estudiantes. Este proceso también considera, explícitamente, el confort térmico a través de los módulos climatizados (costa, sierra, heladas y selva). Por ejemplo, para el año 2021, se tiene programadas las instalaciones de “2,097 módulos, 1,662 kits de pararrayos, 15 kits Plan Selva, en 1,647 escuelas, beneficiando a 267,311 alumnos, con una inversión de S/ 300.4 millones”.

Cifras locales

Todos estos avances son muy valiosos. No obstante, es importante preguntarnos cuál es el objetivo de fondo y cómo lo estamos monitoreando. ¿Es suficiente? ¿Lo estamos logrando?

Por ejemplo, frente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la meta 4.a es: “construir y adecuar instalaciones educativas que tengan en cuenta las necesidades de los niños y las personas con discapacidad y las diferencias de género, y que ofrezcan entornos de aprendizaje seguros, no violentos, inclusivos y eficaces para todos”.

Por un lado, nuestro país está reportando hacia el cumplimiento de ellos a través de la plataforma del INEI “Perú: sistema de monitoreo y seguimiento de los indicadores de los ODS”. Sin embargo, el sub-indicador (d), infraestructura y materiales adaptados a las y los estudiantes con discapacidad, no se encuentra habilitado en cifras hasta el momento.

Por otro lado, al subindicador (f), instalaciones de saneamiento básicas separadas por sexo, se reporta un porcentaje de 39.6% en la proporción de escuelas con acceso a inodoro conectado a red pública. No obstante, esta cifra incorpora dentro de sí, una gran desigualdad entre zonas urbanas y rurales, cómo puede verse en el siguiente gráfico.

Cifras globales

El informe de UNESCO apunta a desagregar cifras y a entender las razones detrás de los indicadores. A continuación, les compartimos algunos de ellos y los contextualizamos a nuestro país.

  • Más allá del acceso a servicios. Alrededor del 45% de las escuelas en los países de ingresos bajos y el 78% en los países de ingresos medianos bajos cuentan con acceso al servicio de agua. Pese a que tales cifras ya son preocupantes, el acceso no significa que las instalaciones estén en buenas condiciones. Es más, ni el acceso ni las buenas condiciones aseguran que estos sean accesibles universalmente. Según el informe referenciado, encontramos una muestra de desigualdad en nuestro país: un alto porcentaje de instalaciones adecuadamente mantenidas, pero un bajísimo porcentaje de instalaciones accesibles. Esto se ve reflejado en los siguientes gráficos. Quizás estas cifras e interpretaciones nos pueden ayudar a complementar las cifras oficiales que tenemos hasta el momento y, sobre todo, a reflexionar sobre cuáles son los retos de fondo.
  • Los impactos de las condiciones medioambientales: temperatura y contaminación. El informe cita una serie de estudios que evidencian la repercusión de estas condiciones en los resultados del aprendizaje en las y los estudiantes. En particular, el hecho de que las temperaturas máximas pueden significar una menor permanencia en la escuela o la reducción del desarrollo cognitivo a causa de una exposición a contaminación medioambiental (ambos ejemplos documentados en otras regiones del mundo). Por consiguiente, solo con estas evidencias, sustentadas en algunos contextos específicos, podemos extrapolar algunos de los retos que enfrenta, enfrentará (y, seguramente, ha venido enfrentando) nuestro País. Las condiciones mencionadas, de exposición a temperaturas extremas sin entornos adecuados y a contaminación medioambiental, tiene implicancias directas en las personas en situación de mayor vulnerabilidad socioeconómica y que, además, serán afectadas por el cambio climático. Según el estudio “Escenarios Climáticos en el Perú para el año 2030: resumen técnico, segunda comunicación nacional de cambio climático”, llevado a cabo por SENAMHI, las variaciones en la temperatura serán mayores en diversas zonas andinas como amazónicas. Esto puede verse en los siguientes mapas. Esto, a su vez, resuena con el proyecto mencionado líneas arriba, Escuelas Bicentenario, que contemplará las condiciones climáticas de las escuelas.

Conclusiones

Es necesario tener en cuenta una visión intersectorial y estratégica sobre la educación como país y sociedad. Lo reflejado en las cifras estadísticas existentes y la ausencia de estas, así como en los marcos de monitoreo nos permiten dilucidar la situación de vulnerabilidad de estas poblaciones. Por ejemplo, es bastante más accesible encontrar datos relacionados a algunos de los aspectos relacionados a construcción, acceso a servicios básicos y la eficiencia de los procesos, que a la adecuación de las IIEE, la necesidad que las edificaciones respondan a una planificación integral, basada en las necesidades reales de las personas con discapacidad, a aspectos de género y seguridad para la niñez.

Esto implica abordar los diferentes retos que enfrenta la educación, en medio de los impactos presentes y futuros de la COVID19.  No podemos solo priorizar las necesidades generales, pues eso no solo significaría un retraso en la atención a las y los estudiantes en mayor grado de vulnerabilidad, sino que significaría exclusión. No podemos solo ver nuestros retos actuales respecto a entornos con condiciones climáticas demandantes o extremas, sino más bien, cómo afectan y afectarán nuevamente a las y los estudiantes que ya sufren algún grado de exclusión o de vulnerabilidad.

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Estudiante de Educación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Ha sido comunicadora del Observatorio de la Educación Peruana entre 2020 y 2023.


Zadi Silva

Estudiante de Educación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Ha sido comunicadora del Observatorio de la Educación Peruana entre 2020 y 2023.

1 comentario

Yana · 27/01/2021 a las 21:14

Interesante, sin embargo me parece que el problema se debe abordar desde una perspectiva más estructurslista ya que si bien no hay datos concretos sobre el tema educstivo, es una realidad que en estas situaciones se está priorizando otros aspectos vitales, sin tener en cuenta los cambios políticos que se avecinan.

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