Introducción

Entre junio y julio del presente año, YPARD Perú1La Red Mundial de Jóvenes Profesionales por el Desarrollo Agrario (YPARD, por sus siglas en inglés) es un movimiento internacional conformado por jóvenes comprometidos con el desarrollo agrario rural. Desde el área de Incidencia Política, se busca posicionar a la juventud rural en la agenda pública de la sociedad civil y el Estado peruano llevó a cabo el “I Taller de Jóvenes Rurales Líderes”; espacio que tuvo como objetivo principal movilizar a la juventud rural para el intercambio y análisis del impacto de la pandemia en sus vidas y comunidades.

Los 29 jóvenes rurales participantes estaban vinculados a una organización de base u organización no gubernamental2TRIAS, SUCO, CIP, ONAMIAP, CONVEAGRO, Slow Food, Eclosio, Horizontes-UNESCO, DARS-PUCP (Dirección Académica de Responsabilidad Social de la PUCP), FENAMAD (Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes) y cuentan con experiencias de liderazgo en sus localidades. El taller tuvo una participación paritaria entre mujeres y varones. Asimismo, se trató de representar la diversidad territorial y cultural de la juventud rural. Los participantes provinieron de las tres regiones naturales del país, 11 departamentos3Lima, Ayacucho, Ica, Junín, Loreto, Piura, Cusco, Ancash, Ucayali, Amazonas y Madre de Dios y cuatro pueblos indígenas: Ashaninka, Harakbut, Quechuas, Awajún.

En este artículo, se presentan tres de los principales hallazgos de los cambios y retos de la educación rural para adolescentes y jóvenes en el contexto del COVID-19: i) el acceso a internet, ii) las dinámicas entre docentes y el alumnado y iii) las dinámicas en los hogares.

Acceso a internet

Según el INEI (2020), el acceso a Internet a nivel rural es muy limitado: mientras 85% de los hogares rurales tiene teléfono móvil, únicamente el 5,9% tiene acceso internet. Así, gran parte de la población rural se debe desplazar para encontrar señal durante algunos momentos de la semana (Bustamante, 2020). Ante la pandemia, la educación a distancia brindada por escuelas, colegios e instituciones de educación superior ha puesto en relevancia la absoluta necesidad del internet para las y los adolescentes y jóvenes rurales. A la par, no obstante, ha evidenciado también la extrema precariedad de este servicio y el costo que implica disponer del mismo en sus localidades.

En efecto, según lo dialogado con los jóvenes, la educación a distancia ha sido un incentivo para que los hogares rurales intenten acotar la brecha de acceso a Internet. Así, por ejemplo, varios de ellos han adquirido un nuevo equipo celular (smartphone) para facilitar la conexión a internet de sus hijos estudiantes; en otros casos, incluso se ha instalado una conexión Wifi. Sin embargo, la significativa inversión realizada por las familias para apoyar la educación de sus hijos e hijas jóvenes no ha sido suficiente.

La mayoría de los jóvenes del taller afirmó tener problemas serios con la señal de Internet: esta suele débil y su funcionalidad está sujeta a las condiciones climáticas. En el caso de las y los jóvenes universitarios, quienes suelen tener clases por video-llamadas, el excesivo gasto constante en paquetes de datos también ha sido una condicionante de su acceso a Internet. Estos factores ocasionan la limitación y/o continuidad de su acceso a la educación.

Cabe resaltar que, frente a ello, se han generado soluciones colaborativas-comerciales en las comunidades. Así, aquellos hogares que sí cuentan con buena o regular conexión a Internet se han convertido en puntos de acceso o cabinas, donde las y adolescentes y jóvenes pueden ir con sus celulares para enviar y recibir sus tareas. Otro dato relevante recogido es que, aquellas familias ubicadas en anexos o caseríos alejados del centro de las comunidades o localidades se han visto excluidas de estas dinámicas; por lo que la deserción escolar y universitaria suele concentrarse en adolescentes y jóvenes de dichos hogares.

Dinámica entre docentes y estudiantes

Desde la experiencia de las y los jóvenes rurales, la educación a distancia ha traído consigo cambios significativos en las dinámicas de enseñanza y vinculación con sus docentes. Estos señalaron como principales ámbitos de cambio la adaptación de la oferta académica virtual en el marco de las clases, y la resolución de preguntas y aspectos metodológicos.

En el caso de las y los adolescentes y jóvenes que se hallan en edad escolar, la enseñanza se desarrolla a través de las lecciones de Aprendo en Casa que reciben por la radio y las clases grabadas por docentes que son compartidas por WhatsApp. De manera general, las y los jóvenes perciben una articulación poco funcional entre los contenidos y las estrategias de enseñanza que usan sus docentes. Así, por ejemplo, se comentó casos de profesores que se valen predominantemente de las transmisiones radiales y dejan como tarea transcribir el contenido emitido. Se criticó también la dificultad que estos tienen para desarrollar presentaciones organizadas y comprensibles a través de los videos. Esto suele no corresponderse con el nivel de complejidad y dificultad de las tareas que se les encomienda a las y los estudiantes.

En correlato a ello, las y los adolescentes y jóvenes identificaron como otra desventaja importante de la educación a distancia la limitada retroalimentación por parte de sus docentes. Esto en contraste con la educación presencial, modalidad que facilitaba que sus preguntas fueran atendidas rápidamente. En la actualidad, las y los docentes generan pocos espacios para realizar preguntas sobre el contenido de la clase, lo que perjudica la comprensión de las lecciones. Frente a ello, un aspecto positivo hallado fue que las sesiones grabadas pueden volverse a escuchar, y así las y los jóvenes intentan comprender mejor la lección.

En menor medida, un grupo de jóvenes señaló que sus profesores realizaban videollamadas con sus estudiantes para resolver problemas de comprensión, pero esto dependía de la conexión a Internet, tanto de estudiantes como de docentes. En efecto, se recogió que varios docentes, al igual que sus estudiantes, carecen de un acceso a Internet de calidad y suelen restringir sus gastos en paquetes de datos.

Aunque no profundizaremos sobre ello en el presente artículo, cabe resaltar que para las y los jóvenes que acceden a algún tipo de educación superior, los problemas de adaptación virtual de las clases y retroalimentación por parte de docentes son todavía más preocupantes dada la complejidad del contenido.

Dinámicas en el hogar

Finalmente, las demandas tecnológicas y pedagógicas de la educación a distancia han influido en las dinámicas del hogar. Estos cambios se aprecian en dos dimensiones: i) el nuevo espacio de “aula-hogar” y ii) la nueva división del trabajo.

Debido a la educación a distancia, el aula y el hogar cohabitan en un mismo espacio. Este fenómeno ha visibilizado la falta de ambientes en el hogar que permitan un adecuado aprendizaje, pues son espacios compartidos y/o el tránsito de personas y la bulla perturban el logro académico. El mismo espacio donde los y las jóvenes suelen atender las clases o estudiar; también descansan, comen o realizan otras actividades de recreación. De esta manera, expresan que la experiencia de asistir a clases ha variado. Antes, trasladarse al centro de estudios permitía una desconexión de las tareas del hogar o viceversa; en la actualidad, es común experimentar problemas para enfocarse en sus estudios.

La coexistencia de estos espacios ha transformado las dinámicas del hogar y ha generado nuevas lógicas de división del trabajo y una mayor recarga de actividades en las mujeres. Así, por un lado, la educación a distancia demanda un rol más activo de los padres en el aprendizaje de sus hijos e hijas. No solo han sido agregados a grupos de WhatsApp para que la comunicación con los y las docentes más fluida, sino también guían a sus hijos e hijas en la resolución de tareas y dudas, que compensa la baja interacción con el profesorado. Este contexto es problemático porque algunos padres y madres no dominan los temas académicos o el uso de las TIC.

Por otro lado, las labores de reproducción del hogar han aumentado y han recaído sobre las mujeres. Si bien las jóvenes ya tenían un rol activo en las labores del hogar antes de la pandemia, este rol se ha intensificado. Así, por ejemplo, se recogió casos de adolescentes y jóvenes mujeres que eran permanentemente tomadas como apoyo para las tareas de cocina o limpieza, perjudicando su concentración y rendimiento y, a largo plazo, ampliando las brechas de género en la educación rural.

Reflexiones finales

A manera de conclusión, la educación a distancia ha visibilizado las brechas de conectividad y habilidades digitales de la comunidad educativa rural, tanto de la plana docente, el grupo de jóvenes y padres de familia. Además, la coexistencia del aula y el hogar en un mismo espacio ha distorsionado los límites de las tareas educativas y labores domésticas, lo que perjudica, especialmente, a las mujeres jóvenes rurales. Esto ha generado una desmotivación de aprendizaje en las y los estudiantes y que le resten importancia a la nueva modalidad de educación.

A pesar de ellos, los y las jóvenes rurales señalaron que la educación virtual debe continuar, pero de manera complementaria a la educación presencial. Resaltan que por primera vez pueden acceder a otros medios de información que refuerzan las lecciones de clase y ser agentes activos en la construcción de su propio proceso de aprendizaje.

Bibliografía

Bustamante, Roberto. (2020). Educación en cuarentena: cuando la emergencia se vuelve permanente. Aportes para el Diálogo y la Acción. Lima: Proyecto CREER – GRADE.

Felipe, C., Vargas, Lucía. (2020) Docentes de escuelas primarias en zonas rurales del Perú y uso de las tecnologías de la información. Docentes de escuelas primarias en zonas rurales del Perú y uso de las tecnologías de la información

Instituto Nacional de Estadística e Informática-INEI (2020). Informe técnico. Estadísticas de las tecnologías de información y comunicación en los hogares. Trimestre: enero-febrero-marzo 2020. Lima: INEI

El presente artículo ha sido escrito por Damaris Herrera, Adriana Melgar, Claudia Mendoza, Ricardo Vargas y Ana Lucía Araujo, integrantes de YPARD Perú, para el Observatorio de la Educación Peruana.

Foto: El Comercio

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En el Perú, YPARD se reactiva en el 2016 con un equipo multidisciplinario que trabaja sobre: 1) Empleo y emprendedurismo rural juvenil, 2) Educación agropecuaria en jóvenes y 3) Incidencia política de jóvenes rurales. Nuestras principales líneas de acción son: comunicación, capacitación, articulación e incidencia política.


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