El Perú es uno de los países más segregados a nivel educativo en la región latinoamericana, tanto a nivel de la educación primaria como secundaria. Así lo revelan los resultados de la prueba PISA 2015, aplicada a estudiantes de 72 países.
Se habla de segregación educativa cuando hay una distribución no igualitaria de los estudiantes en sus escuelas, tanto por características personales, culturales, sociales o económicas. Comenzó a estudiarse en el siglo pasado en Estados Unidos, a raíz de la segregación racial que existía en dicho país. Hasta 1954, las escuelas estadounidenses estaban destinadas a ser para la población blanca o afroamericana, cuando la sentencia del Caso Brown contra Topeka indicó que la segregación negaba la igualdad de oportunidades educativas.
El hecho de que los estudiantes más vulnerables estudien únicamente con estudiantes de características similares a las suyas influye en sus aprendizajes. El desempeño de los estudiantes en una escuela depende en gran manera de los aprendizajes de sus compañeros. Y un nivel muy alto de segregación significa una desigualdad creciente en el rendimiento académico. Esto, además, debilita el rol de la escuela como elemento de cohesión y ciudadanía, lo que impide una adecuada integración social.
La segregación educativa en el Perú se evidencia, especialmente, a través del nivel económico, con un sistema educativo desigual: por un lado, hay instituciones educativas públicas que no cuentan con una infraestructura, incentivos docentes y recursos pedagógicos adecuados. Mientras que, en el ámbito privado, la desigualdad se traduce en la existencia de instituciones privadas de bajo coste, dirigidas a familias de recursos limitados, y escuelas privadas de calidad para los niveles de renta medios o altos.
No obstante, también hay otras segregaciones que afectan a los estudiantes, entre ellas y quizás, la más importante tras la económica, es la que se da por la lengua materna, lo que es un gran determinante del rendimiento académico en el país. Esto se explica, en parte, por la facilidad de estudiar en la propia lengua y una política de Educación Intercultural Bilingüe (EIB), que comenzó hace pocos años. Sin embargo, un sistema educativo que segregue a los estudiantes según su lengua tiene pocas diferencias con uno que segregue por su color de piel, como en el caso de EE. UU.
Para lograr disminuir la segregación educativa se requiere elaborar políticas educativas que tengan en cuenta las diferencias, pero esto no es suficiente. Es necesario orquestar una política pública que considere las diferencias territoriales, lingüísticas y socioeconómicas para lograr disminuir las brechas que existen a nivel educativo, tanto en las zonas urbanas como rurales, que atienda a las diferencias lingüísticas y regionales. Y qué mejor momento que el bicentenario para lograrlo.
Este artículo ha sido publicado originalmente en El Diario Oficial El Peruano por Ander Alonso-Pastor, Coordinador del Observatorio.
Director del Observatorio de la Educación Peruana. Es Docente e Investigador de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, donde también coordina la Cátedra UNESCO en Políticas Educativas y Agenda 2030 y el Grupo de Investigación Aprendizajes y Actores.
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