El Informe de Monitoreo de la Educación Mundial 2024/25 (GEM, por sus siglas en inglés) se erige como un documento clave para evaluar el progreso hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) relacionados con la educación. En ese sentido, este año pone un énfasis especial en los desafíos y logros vinculados con la Educación para Jóvenes y Adultos (EPJA), temas abordados en profundidad en su capítulo 13. Dicho capítulo no solo resalta los avances logrados en las últimas décadas, sino que también pone en evidencia las desigualdades persistentes y las limitaciones de las iniciativas actuales para garantizar el acceso a la educación como un derecho fundamental. A razón de ello, este análisis explorará los contenidos planteados en el informe y cómo se materializan estas realidades en el contexto del Perú, con especial interés en los desafíos interseccionales y las soluciones propuestas.
Desafíos metodológicos hacia una evaluación más inclusiva y efectiva

La meta 4.6 de los ODS condensa una de las bases de la EPJA, buscando garantizar que, para 2030, jóvenes y adultos posean competencias en alfabetización y aritmética. Sin embargo, su seguimiento enfrenta un par de desafíos debido a las limitaciones del indicador 4.6.11, basado en encuestas como la Evaluación Internacional de Competencias de los Adultos (PIAAC). Primero, su implementación es costosa y compleja, ya que requiere encuestas específicas en múltiples contextos y poblaciones. Segundo, su cobertura es limitada, especialmente en países de ingresos bajos y medianos, dificultando tener un panorama global representativo.
En respuesta a estas limitaciones, algunos países han optado por métodos más simples y económicos, como encuestas de autodeclaración2. No obstante, estas tienden a sobreestimar las tasas de alfabetización en comparación con las evaluaciones directas, generando discrepancias en los datos reportados. Ante esto, la tasa de alfabetización de jóvenes y adultos (indicador 4.6.2) ofrece una alternativa más práctica y con mayor cobertura. Este indicador mide la alfabetización básica, definida como la capacidad de leer y escribir frases simples. Si bien simplifica la recopilación de datos a través de censos y encuestas de hogares, deja de lado habilidades críticas como la aritmética al enfocarse únicamente en lectura y escritura. Ello limita una comprensión integral de las competencias necesarias en el mundo actual.
Apuntes sobre escolaridad y alfabetización: Divergencias, confluencias y tendencias
La escolaridad y la alfabetización son conceptos fundamentales en el ámbito educativo y social, pero a menudo se confunden o se utilizan indistintamente. Mientras que la escolaridad se refiere a la cantidad de años que una persona ha asistido a instituciones educativas, la alfabetización se centra en su capacidad de leer y escribir, así como en la comprensión y uso de la información escrita en contextos prácticos. La escolaridad es un indicador cuantitativo; la alfabetización, cualitativo. Esto es especialmente relevante en programas de educación de jóvenes y adultos, donde muchos participantes pueden haber tenido experiencias educativas previas que no les han proporcionado las herramientas necesarias para desenvolverse en la vida cotidiana (Català & Roca, 2019).
En ese sentido, aunque una persona puede haber completado varios años de escolaridad, esto no garantiza que posea habilidades de alfabetización efectivas. Por ejemplo, estudios han mostrado que muchos estudiantes, a pesar de haber pasado por el sistema educativo, presentan dificultades significativas en comprensión lectora y escritura. Esto indica que la escolaridad no siempre se traduce en competencias funcionales de alfabetización.
La alfabetización también está influenciada por factores culturales y sociales que pueden afectar la forma en que se enseñan y aprenden las habilidades de lectura y escritura. Por ejemplo, en algunas comunidades, el acceso a materiales de lectura y la exposición a la lengua escrita pueden ser limitados, lo que impacta negativamente en la alfabetización, independientemente de los años de escolaridad.
Sin embargo, un mayor nivel de escolaridad tiende a correlacionarse con mayores niveles de alfabetización. La educación formal proporciona las bases para el desarrollo de habilidades de lectura y escritura, y los sistemas educativos que priorizan la alfabetización en sus currículos tienden a producir mejores resultados en términos de competencias literarias.
Tendencias globales en alfabetización
Las tendencias en alfabetización descritas por el GEM revelan avances importantes pero desiguales en diferentes contextos y grupos demográficos. En las últimas décadas, la alfabetización ha experimentado mejoras generacionales significativas, especialmente en países de ingresos bajos y medianos. Esto se refleja en la comparación entre cohortes jóvenes (15-24 años) y mayores (65 años o más), donde la diferencia en las tasas de alfabetización puede superar los 45 puntos porcentuales (pp) en países como India y Somalia (GEM, 2024). Estos avances responden en gran parte al incremento en el acceso a la educación y a programas específicos orientados a reducir el analfabetismo en las nuevas generaciones.
Sin embargo, estas mejoras no han sido homogéneas. Aunque las tasas de alfabetización están aumentando de manera significativa en términos generacionales, las desigualdades persisten y exigen intervenciones específicas para abordar las barreras estructurales y contextuales que enfrentan ciertos grupos como mujeres, comunidades rurales y personas de bajos ingresos.
Además, los datos sugieren que las mejoras en alfabetización no siempre se traducen en competencias avanzadas. Evaluaciones más rigurosas, como las realizadas por el PIAAC, han revelado que un porcentaje considerable de adultos en países como Perú no alcanza el nivel mínimo de competencia en lectura y escritura (GEM, 2014). Esto subraya la necesidad de políticas educativas que no solo se centren en la alfabetización básica, sino también en el desarrollo de habilidades más complejas que sean útiles para la vida diaria y el mercado laboral.
Disparidades intergeneracionales
El GEM ilustra cómo la tasa de alfabetización ha mejorado significativamente entre generaciones más jóvenes, especialmente en países de ingresos bajos y medios. Este fenómeno refleja una expansión en el acceso a la educación formal en las últimas décadas. Sin embargo, la persistencia de adultos y adultos mayores analfabetos plantea un desafío crítico para cumplir con la meta 4.6.
La figura 1 da cuenta de ello. Esta muestra la tasa de alfabetización por grupo de edad entre los años 2020 al 2023, agrupando países en tres categorías: ingresos medios altos, ingresos medios e ingresos bajos. Asimismo, los grupos de edad se clasifican también en tres categorías: de 15 a 24 años (jóvenes), de 25 a 64 años (adultos) y de 65 a 99 años (adultos mayores).
Entre las observaciones principales se pueden señalar las siguientes:
- Los países con mayores niveles de ingreso generalmente tienen porcentajes más altos de alfabetización en todos los grupos de edad; incluso varios de ellos tienen tasas símiles entre sí. Casos como los de Ucrania, Armenia, Azerbaiyán, Kazajistán, Cuba, República de Moldavia, Georgia, Tonga y Mongolia; reflejan un sistema educativo robusto y políticas inclusivas.
- Los países con ingresos bajos o medios poseen una brecha notable en grupos de mayor edad (25-64 años y 65-99 años). En países como Benín, Timor Oriental y Comoras se observan diferencias de, aproximadamente, 50 pp entre jóvenes y adultos mayores y de 25 pp a 30 pp entre jóvenes y adultos.
- Se evidencia un patrón de mejora generacional: el nivel educativo aumenta significativamente desde el grupo de 65-99 años al de 15-24 años, lo que refleja el impacto de las políticas educativas y la expansión del acceso a la educación en las últimas décadas.
Sin embargo, cabe destacar que, incluso dentro de los grupos de países de un mismo nivel de ingreso, hay variaciones significativas en los porcentajes alcanzados de población alfabetizada. Por ejemplo, en algunos países de ingresos medios altos como Sudáfrica se observa una brecha de casi 30 pp entre la tasa de alfabetización de adultos mayores (60,0%) y de adultos (90,0%). Esta brecha se acorta cuando se comparan a los adultos (25-64 años) y a los jóvenes (15-24 años), con una variación del alrededor del 10 pp.
Para el caso de países con ingresos bajos, se evidencian tasas de alfabetización mucho menores para todos los grupos etarios frente a países con mejores ingresos. Aun así, las brechas intergeneracionales son aún más preocupantes. Es el caso de Chad, que presenta niveles de alfabetización considerablemente bajos para el grupo más joven (15-24 años) con una tasa del 40,0%, pero valores críticos para los adultos mayores, con solo el 10,0%. Esto subraya no solo las desigualdades contemporáneas, sino también el impacto de las políticas educativas a lo largo de generaciones.
Obstáculos interseccionales

El género es un factor determinante en el acceso a la educación. A pesar de los avances en la inclusión de las mujeres en el sistema educativo, persisten barreras significativas. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha señalado que el sistema educativo en la región no ha logrado ser un mecanismo efectivo para generar igualdad de oportunidades, lo que se traduce en que los sectores más desfavorecidos, que a menudo incluyen a mujeres de comunidades rurales o indígenas, continúan enfrentando obstáculos para acceder a una educación de calidad (Benavides, 2023).
En primer lugar, en las comunidades rurales las normas culturales y los roles de género tradicionales a menudo limitan las oportunidades educativas para las mujeres. Estas normas pueden desincentivar a las familias a invertir en la educación de sus hijas, priorizando en cambio la educación de los varones (Hurtado, 2021). Asimismo, muchas de estas mujeres provienen de hogares con bajos ingresos, lo que dificulta su acceso a recursos educativos. La falta de dinero y los altos costos educativos son factores determinantes que impiden que las jóvenes continúen sus estudios (Castaño & Henao-Rodríguez, 2023).
Además, la necesidad de trabajar para contribuir al ingreso familiar o dedicarse a las labores del hogar a menudo obliga a las mujeres a abandonar la escuela, perpetuando un ciclo de pobreza y falta de educación (Acevedo, 2023). Si a ello se le añade la falta de infraestructura adecuada y de acceso a tecnologías de la información y comunicación (TIC) en las zonas rurales, las oportunidades educativas para las mujeres se ven aún más limitadas. Un estudio señala que estudiantes quechua hablantes, por ejemplo, enfrentan barreras lingüísticas y tecnológicas que dificultan su aprendizaje y su inclusión en el sistema educativo (Retamozo, 2023).
Si embargo, las brechas de género desaparecen en tanto aumentan los niveles de alfabetización. Para tener un mejor panorama de ello, las figuras 2, 3 y 4 del GEM correlacionan la tasa de alfabetización con el índice de paridad de género por grupo etario entre los años 2020 y 2023. El eje vertical representa la relación entre los géneros en cuanto a alfabetización, donde valores más cercanos al 1 indican mayor paridad. La dispersión de los países demuestra que, en la mayoría de los casos, hay una tendencia hacia la paridad o una ligera ventaja femenina en niveles de alta alfabetización.



Hablando de género y pobreza
En cuanto a tendencias generales, se evidencia que conforme la población va envejeciendo, menos países alcanzan la paridad. Asimismo, para países con niveles bajos o medios en alfabetización, es más probable que se encuentren disparidades significativas en perjuicio de las mujeres. En ese sentido, mientras que 45 países han alcanzado la paridad para personas jóvenes (15 a 24 años), solo 23 lo han hecho para adultos (25 a 64 años) y 12 para adultos mayores (65 a 99 años).
Las disparidades en términos de ingresos y género en la alfabetización reflejan desigualdades estructurales profundamente arraigadas, que varían considerablemente según el nivel de desarrollo y las características sociales de cada país. En contextos donde las tasas de alfabetización juvenil son altas, como en varios países de ingresos medios y altos, estas desigualdades tienden a disminuir progresivamente (GEM, 2024). Esto es especialmente evidente en países que han logrado alcanzar la paridad de género en alfabetización, donde la universalización del acceso a la educación es más común. Este fenómeno es el resultado de políticas inclusivas, inversiones sostenidas en el sistema educativo y mayores oportunidades para las mujeres, tanto en áreas urbanas como rurales.
Sin embargo, en países con niveles más bajos de alfabetización, como la República Centroafricana, las brechas de género siguen siendo evidentes. A pesar de los avances en algunos sectores, entre los jóvenes persisten amplias desigualdades, reflejando barreras estructurales profundas. Por ejemplo, solo 61 mujeres jóvenes por cada 100 hombres de su mismo grupo etario saben leer y escribir, lo que evidencia la exclusión de las mujeres en el acceso a la educación.
Hablando de género y ruralidad
Según el reporte, en contextos rurales y en comunidades desfavorecidas económicamente, las tasas de alfabetización tienden a ser notablemente más bajas, lo que perpetúa un ciclo de desigualdad que afecta tanto el desarrollo individual como comunitario. En Camboya, por ejemplo, la tasa de alfabetización de adultos mayores en áreas rurales es aproximadamente la mitad de la observadas en las zonas urbanas. Sin embargo, esta brecha disminuye significativamente entre las generaciones más jóvenes, lo que indica cierto progreso en la expansión del acceso a la educación en las áreas más desfavorecidas (GEM, 2024). A pesar de esto, la calidad de la educación rural sigue siendo inferior, y los recursos disponibles para los estudiantes suelen ser limitados en comparación con los entornos urbanos.
Perú: Alfabetización con brechas persistentes

En el Perú la definición de alfabetización está estrechamente vinculada a la escolaridad. Según el Ministerio de Educación (MINEDU), una persona se considera alfabetizada si ha completado la educación primaria. Aun así, el criterio ha sido objeto de críticas, ya que no necesariamente garantiza que los individuos posean habilidades funcionales de lectura y escritura. Guadalupe y otros (2017) mencionan que, a pesar de haber completado la educación primaria, un porcentaje significativo de la población peruana no es capaz de leer y comprender textos simples, lo que pone de manifiesto la desconexión entre escolaridad y alfabetización efectiva.
En ese marco, según la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), el 95,0% de los adultos son alfabetizados, una cifra que coloca al país en un nivel alto dentro de la región. Sin embargo, estas tasas generales enmascaran desigualdades significativas. Solo el 78,0% de las mujeres rurales están alfabetizadas, frente al 95,0% de las mujeres urbanas, y el 84,0% de los adultos del quintil más pobre logran la alfabetización (GEM, 2024).
El informe de la PIAAC resalta aún más las brechas: solo el 29,0% de los adultos alcanzaron un nivel funcional mínimo de alfabetización. Estas cifras varían en gran medida según el nivel educativo de los padres, con un 17,0% entre aquellos cuyos padres no completaron la secundaria y un 57,0% entre quienes tienen al menos un padre con educación terciaria. Estas cifras son compatibles con la afirmación de Cannock (2012), quien menciona que “es posible que un peruano nacido en las alturas de los Andes sea cuatro veces más pobre que uno nacido en Lima, y es tres veces más probable que no termine la secundaria […]”.
A razón de ello, las figuras 5 y 6 del GEM plasman la tasa de alfabetización de adultos (25 a 64 años) en el Perú para el año 2022, según quintil de riqueza, ubicación y género. De ellas, se puede extraer lo siguiente:


1. Para la tasa de alfabetización asociada a la riqueza, el quintil más rico (98,0% aproximadamente) tiene una tasa de casi 5 pp más que el promedio nacional. A su vez, el quintil más pobre (87,0% aproximadamente) se halla casi 8 pp por debajo del promedio nacional; y 10 pp por debajo del quintil más rico.
- Del quintil más rico, hay una ligera brecha de entre 1 y 2 pp en favor de los hombres.
- Del quintil más pobre, hay una brecha de 10 pp que separa a los hombres (93,0% aproximadamente) de las mujeres (84,0% aproximadamente).
- La brecha entre hombres ricos y hombres pobres es solo de 5 pp, mientras que entre mujeres ricas y mujeres pobres es de casi 15 pp.
2. Para la tasa de alfabetización asociada a la ubicación, la tasa de la población urbana (97,0% aproximadamente) es alrededor de 2 pp mayor que el promedio nacional; en contraste, la tasa de la población rural (85,0%) es 10 pp menor.
- Existe una brecha de 2 a 3 pp a favor de los hombres del ámbito urbano si se les compara con las mujeres del mismo ámbito; y de 16 pp a favor de los hombres del ámbito rural si se les compara con las mujeres del mismo ámbito.
- Hay una diferencia de solo 3 pp entre hombres urbanos y rurales, pero de 18 pp entre mujeres urbanas y rurales.
En líneas generales, se puede inferir que, en todos los casos, ser hombre es un factor atenuante para condiciones de analfabetismo en el Perú, independientemente de su riqueza o su ubicación. Sin embargo, para el caso de las mujeres se tienen factores que en todos los casos perpetúan desigualdades. En primer lugar, la pobreza; en segundo, la ruralidad. Mientras que una mujer rica puede estar casi igual de alfabetizada que un hombre rico o mejor alfabetizada que un hombre urbano, pobre y/o rural; persiste una brecha sustancial entre todos estos grupos si se les compara con las mujeres pobres, que solo superan a las mujeres rurales; estas últimas con una tasa de alfabetización menor al 80,0%.
Interseccionalidad y alfabetización

La interseccionalidad como marco analítico es esencial para comprender cómo género, pobreza, ubicación y etnicidad interactúan para perpetuar las desigualdades en alfabetización. Estas intersecciones afectan las experiencias educativas de los individuos y las comunidades, creando barreras y oportunidades que varían según el contexto social y cultural.
Como se ha visto en secciones previas, el género es un factor crítico que influye en el acceso y la calidad de la educación en Perú. Las mujeres, especialmente en áreas rurales e indígenas, enfrentan múltiples obstáculos que limitan su participación en la educación formal. Las expectativas culturales y las responsabilidades familiares a menudo desincentivan a las niñas a continuar su educación, lo que perpetúa ciclos de desigualdad. La inequidad de género sigue siendo un desafío significativo, donde las mujeres tienen menos oportunidades de acceder a una educación de calidad en comparación con sus contrapartes masculinas (Palomino-Hurtado, 2023). Esto se traduce en una menor representación femenina en campos académicos y profesionales, lo que a su vez afecta su empoderamiento social y económico.
Por otro lado, la etnicidad también juega un papel fundamental. Las comunidades indígenas, que representan una parte significativa de la población, a menudo se enfrentan a un sistema educativo que no reconoce ni valora sus lenguas y culturas. Esto se representa en una alta tasa de deserción escolar entre los estudiantes indígenas, quienes pueden sentirse alienados en un entorno educativo que no refleja su identidad cultural (Figueroa et al., 2021). Además, la falta de materiales educativos en lenguas indígenas y la escasa capacitación de los docentes en educación intercultural son barreras adicionales que limitan el acceso y la calidad de la educación para estos grupos. En ese sentido, es esencial la implementación de programas educativos que respeten y promuevan la diversidad cultural para mejorar su inclusión en el sistema educativo.
En cuanto a clase social, las familias de bajos recursos a menudo carecen de acceso a recursos educativos, como libros y tecnología, lo que limita las oportunidades de aprendizaje de sus hijos. Un estudio sobre las brechas digitales en las escuelas rurales durante la pandemia de COVID-19 reveló que los estudiantes de familias de bajos ingresos enfrentan dificultades significativas para acceder a la educación en línea, exacerbando las desigualdades existentes (Figueroa et al., 2021). Esto resalta la necesidad de políticas educativas que aborden las necesidades específicas de estos grupos y promuevan la equidad en el acceso a recursos educativos.
En esa línea, la alfabetización digital se ha convertido en un componente esencial para la inclusión social en el Perú. Sucari y otros (2021) sostienen la alfabetización digital no solo se relaciona con el acceso a la tecnología, sino también con la capacidad de utilizarla de manera efectiva para mejorar la calidad de vida y fomentar la participación cívica. Esta se vuelve aún más crucial para cerrar las brechas educativas y económicas en las comunidades rurales, donde el acceso a la tecnología puede ser limitado (Condori, 2024).
La educación intercultural también juega un papel fundamental en la alfabetización en el país, especialmente en comunidades indígenas. En un país donde la diversidad lingüística es una característica definitoria de la población, Arbona y Chireac (2020) destacan la importancia de utilizar la lengua materna como un pilar en la educación, lo que no solo mejora la alfabetización, sino que también fortalece la identidad cultural de los estudiantes.
Es importante considerar que la interseccionalidad en la alfabetización no solo se limita a la educación formal. La inclusión de programas que aborden las necesidades específicas de diferentes grupos demográficos, como mujeres, comunidades indígenas y personas de bajos recursos, es esencial para garantizar que todos tengan acceso a oportunidades educativas equitativas (Goienetxea, 2020). La implementación de políticas que reconozcan y aborden estas intersecciones puede contribuir a un sistema educativo más inclusivo y justo en Perú.
Enfoques intergeneracionales y alfabetización familiar
En la actualidad existen programas de alfabetización familiar pensados en la EPJA y surgidos en la década de 1980 con un enfoque de “familia completa” (GEM, 2024). Estos fomentan el aprendizaje colaborativo entre generaciones, integrando a adultos mayores y jóvenes en un proceso educativo mutuo. Estos programas proporcionan a los adultos mayores un sentido de propósito y pertenencia, mientras enriquecen a los jóvenes al permitirles aprender de las experiencias y conocimientos de sus mayores (Martínez, 2021; Gradaílle et al., 2021). Además, contribuyen a mejorar la autoestima, la socialización y la salud mental de los participantes, promoviendo la cooperación, el bienestar mutuo y la superación de estereotipos negativos asociados con la vejez (Gradaílle et al., 2021; Jiménez, 2017; Orozco, 2012).
Un aspecto destacado de estos programas es la eficacia de las relaciones de aprendizaje entre abuelos y nietos, que generan un ambiente de igualdad y apoyo mutuo. Estas interacciones no solo facilitan la transmisión de conocimientos académicos, sino también el desarrollo de habilidades prácticas y sociales esenciales para el desarrollo integral de los participantes (Salina et al., 2017). Así, el enfoque intergeneracional en la alfabetización no solo atiende necesidades educativas específicas, sino que también refuerza los lazos familiares y comunitarios (Álvarez-Muñoz & Hernández-Prados, 2023; Acosta & Martín, 2017).
Uno de los elementos clave de la alfabetización intergeneracional es el enfoque integral. Por ejemplo, el Programa de Alfabetización Familiar en Nepal involucra tanto a los padres como a los niños, alentando a los menores en edad escolar a ayudar a sus madres a desarrollar habilidades básicas de lectura y escritura. Este enfoque no solo mejora las capacidades educativas de los adultos, sino que también refuerza los lazos familiares y el compromiso mutuo con el aprendizaje. Por su parte, el Proyecto Tostán en Senegal adopta un modelo comunitario que combina alfabetización, aritmética y habilidades prácticas, así como el uso de celulares, para empoderar a los participantes y permitirles abordar problemas locales de manera autónoma. Este proyecto, implementado en varios países de África Occidental, ha demostrado que el aprendizaje intergeneracional puede tener un impacto transformador en comunidades rurales con poco acceso a la educación formal (GEM, 2024).
No obstante, a pesar de los beneficios de los programas de alfabetización familiar, uno de los desafíos principales es la escalabilidad, ya que suelen ser iniciativas locales que dependen de recursos limitados y no siempre cuentan con apoyo gubernamental. Esto limita su capacidad de llegar a una mayor cantidad de beneficiarios y de generar un impacto amplio a nivel nacional. Otro obstáculo es el financiamiento. Los programas exitosos, como el Proyecto de Aprendizaje Familiar Clare en Irlanda, requieren inversiones sostenidas para cubrir actividades diversificadas que incluyen educación de adultos, actividades conjuntas para padres e hijos y recursos de aprendizaje. La falta de fondos adecuados puede poner en riesgo la continuidad de estos esfuerzos, especialmente en regiones de bajos ingresos.
El diseño y la implementación de estos programas también representan un reto. La integración de componentes educativos para adultos y niños, junto con actividades conjuntas, requiere una planificación cuidadosa y una coordinación eficiente entre múltiples actores, incluidos proveedores de servicios educativos, comunidades locales y organizaciones no gubernamentales. Además, para ser efectivos, estos programas deben adaptarse al contexto cultural y lingüístico de las comunidades a las que sirven, un aspecto que a menudo es pasado por alto en iniciativas más estandarizadas.
No obstante, el impacto positivo de estos programas es evidente. En contextos como los de Chile, estudios han demostrado que la mejora del entorno de alfabetización en el hogar, a través de estas intervenciones, puede fomentar el interés de los niños por la lectura y transformar las percepciones de los padres sobre su rol en el aprendizaje de sus hijos. Del mismo modo, experiencias en países como Alemania y Estados Unidos han mostrado cómo la participación de los padres en actividades escolares, inspirada por programas de alfabetización familiar, refuerza la conexión entre el hogar y la escuela, generando beneficios educativos duraderos.
Recomendaciones estratégicas
Para cerrar las brechas de alfabetización y fomentar el aprendizaje sostenible son necesarias acciones integrales que aborden tanto las necesidades inmediatas como los desafíos estructurales. Estas estrategias, basadas en enfoques inclusivos y sostenibles a partir del GEM, pueden marcar una diferencia significativa en la mejora de la alfabetización global.
1. Diseñar programas integrales e intergeneracionales
Es fundamental promover programas que integren el aprendizaje de adultos con el desarrollo educativo infantil. Los enfoques intergeneracionales, como los implementados en Nepal y Senegal, han demostrado ser efectivos al involucrar a toda la familia en actividades educativas. Estos programas no solo mejoran las habilidades de lectura y escritura de los adultos, sino que también generan un impacto positivo en el aprendizaje temprano de los niños. Un diseño integral debe incluir componentes que aborden las necesidades específicas de los padres, los hijos y la comunidad en su conjunto, garantizando la participación activa de todos los actores relevantes. Esto requiere la coordinación de múltiples instituciones, como escuelas, organizaciones no gubernamentales y entidades gubernamentales, para ofrecer servicios complementarios, como capacitación en habilidades prácticas y acceso a recursos educativos.
2. Priorizar la inclusión de grupos desfavorecidos mediante enfoques culturales y lingüísticos específicos
Para garantizar una alfabetización verdaderamente inclusiva, es necesario adaptar los programas a los contextos culturales y lingüísticos de las comunidades beneficiarias. En regiones con alta diversidad étnica o poblaciones indígenas, el uso de lenguas maternas en los programas de alfabetización es crucial. Por ejemplo, iniciativas como el Programa de Alfabetización Familiar de Hilti en Malta y los programas de aprendizaje en Mozambique han integrado componentes multilingües, respetando los derechos culturales de las minorías y fortaleciendo la identidad local. Además, la inclusión de mujeres, comunidades rurales y personas de bajos ingresos debe ser prioritaria, ya que estos grupos enfrentan barreras históricas y estructurales que dificultan su acceso a la educación.
3. Garantizar financiamiento sostenible y fortalecer la colaboración interinstitucional
Uno de los mayores desafíos para los programas de alfabetización es asegurar recursos financieros adecuados y sostenibles. Iniciativas exitosas, como el Programa de Educación Madre-Hijo en Turquía, han demostrado la importancia de convertir proyectos de alfabetización en políticas públicas respaldadas por el Estado. Para lograr esto, es esencial fomentar alianzas entre el sector público, las organizaciones internacionales y las empresas privadas, asegurando que los programas puedan escalarse y mantenerse en el tiempo. Además, deben establecerse mecanismos claros de rendición de cuentas para garantizar que los fondos asignados se utilicen de manera eficiente y lleguen a las poblaciones objetivo.
4. Adoptar una perspectiva de aprendizaje permanente que motive la participación continua
El aprendizaje no debe considerarse como un proceso limitado a una etapa de la vida, sino como un esfuerzo continuo que se adapte a las necesidades cambiantes de las personas y las comunidades. La alfabetización debe enmarcarse dentro de una perspectiva de aprendizaje permanente, ofreciendo oportunidades de desarrollo personal y profesional a lo largo de toda la vida. Esto implica crear trayectorias claras de progresión educativa y ofrecer incentivos para que los adultos participen y permanezcan en programas de alfabetización. Estrategias como el uso de actividades generadoras de ingresos, cursos prácticos y programas de apoyo a familias han demostrado ser efectivos para atraer y retener participantes, especialmente en comunidades marginadas.
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Estudiante de cuarto año de la carrera de Ciencia Política en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y Subcoordinadora General del Núcleo de Estudios de Ciencia Política. Asistente de investigación en el Instituto de Investigación y Políticas Educativas (IIPE) y en consultorías vinculadas con educación básica regular, básica alternativa y superior universitaria y no universitaria. Interés en Gestión Pública, Políticas Educativas y Poblaciones Vulnerables.
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